El Trueno no para de caer, algo que ya pone en riesgo hasta la propia permanencia de San Miguel en la categoría.
No éramos alarmistas cuando pensábamos que el campeonato no se había terminado, y que si bien las posibilidades de entrar al Reducido ya no estaban, tampoco podíamos descuidarnos en la tabla de los promedios. Hoy, San Miguel está apenas un punto arriba de Argentino de Rosario, esto quiere decir que si en tres fechas más la tendencia se mantiene el Trueno más que pensar en armar un plantel para campeonar en la próxima temporada, como se viene diciendo desde las entrañas del propio club, estaremos todos prestando atención al Reducido de la Primera D para espesar un rival en la Promoción, como lo fueron en años anteriores Liniers y Berazategui.
Sólo dos unidades en ocho partidos, increíble pero real, y todavía nos preguntamos cuando terminará esta mala racha, algo difícil de responder porque no vemos reacción en un plantel que lucha contra equipos como el futuro campeón, Villa San Carlos, sin las armas necesarias para salir adelante. Nos falta demasiado, y los de abajo no paran de sacar resultados. Al menos esta semana, salvo el equipo rosarino, perdieron todos los que están a tiro del Trueno, pero no alcanza, ya que San Miguel no muestra síntomas de mejoría.
La derrota 3 a 0 con San Carlos es un cachetazo más, pero cómo usarlo para seguir adelante y sacar cosas positivas de entre todo lo negativo? Una buena manera de empezar a buscar las salidas. Aprender de los errores.
El equipo del debutante Jorge Franzoni la peleó, no caben dudas. Que el árbitro Juan Ledo no cobró al menos dos penales y perjudicó en sus decisiones al Trueno, tampoco. Pero también es cierto que de los errores y la falta de atención llegaron los goles del rival, algo que ya suena a canción conocida.
San Miguel esperó demasiado atrás a un San Carlos práctico, veloz en el traslado de la pelota, pero que no pudo complicar demasiado a Gonzalo Díaz en los primeros momentos del partido; sin embargo, careció de salida por al izquierda, por donde Vizzio nunca supo a que jugar, si de apoyo a Gigena o de mediocampista lanzado por el costado para sumar gente en ataque. El local se hizo fuerte juntando las líneas, algo que le restó capacidad ofensiva porque Emanuel González se cansa de pelear pero no puede solo y porque Ortigoza está muy lejos de ser el buen delantero del ascenso que alguna vez fue. En verdad, cuando el Verde quiso, no pudo inquietar a Lavallén. El ex arquero de Gimnasia de La Plata y San Martín de San Juan, debió exigirse ante un cabezazo de Scarnato, pero cuando ya se jugaban casi ochenta minutos de partido. Antes, se lo perdieron Adrián y Emanuel González, los dos llegando por el segundo palo y sin llegar a tocar la pelota, pero sin participación de un Lavallén ya fuera de la escena.
El Trueno presentó batalla, se resistió al puntero, hasta cuando lo dejaron. Sucede que, ni bien empezado el segundo tiempo, una mala cobertura con San Miguel adelantado terminó en un mano a mano de Madrid, quien recibiendo solo por izquierda, tras una buena habilitación de Martini, solo tuvo que darle un pase a la red ante un Díaz desarmado. Entonces el libreto del local se vino abajo. De esta desconcentración vino el apuro, el nerviosismo, y la Villa supo ocupar los espacios que se le empezaron a dar en la cancha. San Miguel se desordenó y perdió. Ante esto, Franzoni dejó el esquema inicial, un 4-4-2, y pateó el tablero haciendo los tres cambios de una vez, algo que pocas veces ocurre pero que muestra claramente la necesidad de cirugía mayor que advirtió en el momento el entrenador. Salieron Luna, Delgado y Ortigoza, entraron Chao, Maldonado y Peruchena, con lo que el dibujo táctico pasó a ser un clásico 4-3-1-2, pero con más proyección por izquierda a partir de la asociación entre Gigena y Chao.
San Miguel tuvo un poco más la pelota, pero no la manejó mejor. Ni Maldonado ni Chao son los mismos de la primera parte del campeonato, y Peruchena siempre la rompió en los entrenamientos, pero con la camiseta puesta casi nunca se notó su presencia. Por su parte, el resucitado por Franzoni, Santiago Vizzio, si se quiere en una situación de freezer parecida a la de Gigena durante el torneo, pasó tan inadvertido por derecha como por el otro lado.
En el descontrol que fue San Miguel desde el tanto de Madrid, el Villero encontró sus mayores chances de acercarse a la consagración, que puede darse justamente ante su clásico rival, Defensores de Cambaceres, en la próxima fecha. Por eso, no extrañó que Salinas recorriera el surco que dejaba San Miguel por el costado derecho de su defensa, como Madrid minutos antes, y, en una de tantas oportunidades, el delantero concretará el segundo para los de la dupla Besada-Malli. Los de Berisso ganaron en soltura, empezaron a hacer circular la pelota, y el Trueno se malgastó mentalmente en la impotencia. Para colmo, la paciencia de la gente se colmó y estallaron los reproches para un plantel que, como hace años no pasa, está al día con los sueldos y que increíblemente regaló la parte final del torneo y ahora no sabe cómo revertir una situación límite. En ese contexto cayó el tercero de un San Carlos que se retiró muy aplaudido por todo el estadio, por intermedio de una contra impecable que fue coronada por Miranda de cabeza.
El único que se salvó de los reclamos fue Emanuel González, un jugador que derrocha actitud, y al que le alcanza con correr a todos para ganarse la aprobación del hincha, pero ojo porque el delantero desde hace tiempo que juega casi solo arriba y el hecho de que se quede sin aire en cada pique no siempre quiere decir que este haciendo bien las cosas. González también tuvo sus lagunas durante el año, como la mayoría, por no decir todos. La cuestión es que a algunos jugadores no les es suficiente con correr y pelear para destacarse, porque al arquero le pedimos presencia en el área, porque al defensor le exigimos solidez y la fuerza para enfrentar a tipos que con la experiencia te ganan partidos, como Manzini o Toledo, y si se puede que salgan jugando, porque al volante le reclamamos marca, le pedimos que de bien un pase, que desborde, y porque al delantero le demandamos solidaridad para entender que es el primer hombre de la defensa del equipo, pero que tiene que resolver las pocas oportunidades que suele brindar una categoría tan friccionada como la C. Todo esto lo tenemos claro, y para cumplir hay veces que con las ganas no se consigue, porque, como dijo alguna vez Adrián González en una charla radial con El Atlético, aparte de actitud para jugar al fútbol también se precisa de aptitud; es decir, tener la inteligencia y la capacidad para entender el juego, para hacerse fuerte en las debilidades y, al menos, lograr mantener la concentración en los momentos claves de un juego.